miércoles, 7 de marzo de 2012

¿Podría la Luna haber desencadenado el naufragio del Titanic?

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La edición británica de The Huffington Post revela una nueva y sorprendente teoría que busca arrojar luz sobre el naufragio más famoso de todos los tiempos y del que muy pronto se cumplirán cien años. Según científicos citados por este diario, en abril de 1912 la Luna se encontraba en una fase en la que se situó en el punto más próximo a la Tierra de los últimos 1.400 años, coincidiendo precisamente con la noche de la catástrofe. Además, nuestro planeta se encontraba en una posición muy próxima al Sol dentro de su orbita. La consecuencia de toda esta actividad seria una marea inusualmente viva con lo que el elevado nivel del agua habría colaborado a la separación de grande porciones de hielo del Polo, con lo que se habrían formado icebergs, en mayor cantidad de lo que era común en esa época del año. Estos témpanos de hielo habrían sido arrastrados en dirección a las rutas de navegación transatlántica, incluso pese a que el Titanic había corregido su rumbo ligeramente al sur para evitar esta clase de encuentros.

titanic-wreckEsta nueva teoría podría no ser más que el comienzo de un renovado interés por la historia del desafortunado transatlántico, aunque también es posible que tenga un papel explicativo interesante a la hora de analizar el naufragio del Titanic. A pesar de todo, es muy probable que juegue un papel relevante entre la lista de sucesos que llevaron al Titanic a recibir una herida mortal tras colisionar con un iceberg en la noche del 14 de abril de 1912.

Library of Congress<br /><br />LC-USZ62-26815<br />No usage restrictionsSin embargo, aunque la nueva teoría parece muy novedosa, en realidad, no cambia en exceso el entendimiento que los expertos tenían hasta ahora de lo ocurrido al Titanic. Es posible que se desconociese que fue un efecto provocado por la Luna lo que llevó a un iceberg de ese tamaño a interceptar la ruta del Titanic en una latitud más meridional de lo habitual, pero ya en 1912 se consideró que las condiciones meteorológicas fueron decisivas para desencadenar la catástrofe. Era evidente que no eran las habituales en el atlántico y existen testimonios de oficiales que así lo corroboran. Al menos esta fue la conclusión que arrojó la investigación oficial que realizaron los británicos del desastre, la cual siempre fue criticada por su escasa imparcialidad y su nulo interés en depurar responsabilidades dadas las consecuencias que estas habrían tenido.

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La nueva teoría, como casi todo lo relacionado con el Titanic, a buen seguro, se convertirá en una pieza más de la construcción del mito en torno al legendario navío. Parece que la fascinación en torno al naufragio más celebre de la historia seguirá creciendo, magnificando la historia de lo sucedido aquella noche, buscando paralelismos y  toda clase de lecciones para el futuro. Sin embargo, cuando uno deja a un lado esa fascinación, resulta sencillo observar desde otra perspectiva la catástrofe. Esta sin duda tuvo su origen en un gran exceso de confianza. La tripulación confiaba en su experiencia en aquellas aguas, más que en el la superioridad de su navío, que era poco innovador técnicamente. Pese a su fama, el Titanic habría ocupado un puesto muy discreto en la historia de la navegación de haber completado su carrera sin incidentes, ninguna de sus fabulosas características continuarían siendo cifras de record escasamente un iceberg-titanicaño después de su primer viaje. Sin embargo, parece seguro que conforme se aproxime el mes de abril de este año, los artículos, libros, películas y documentales, sobre el tema del Titanic se pondrán de nuevo de actualidad para conmemorar su centenario.

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