jueves, 14 de junio de 2012

La única salida a la crisis

Union Europea 2

La situación en la eurozona se complica ya no día a día, sino con el simple paso de las horas. El futuro es incierto, los acontecimientos se suceden impulsados con una inercia que cada vez es más difícil detener. La sensación de que los tiempos políticos van muy por detrás de los económicos, se acrecienta. El peligro de esta combinación es potencialmente letal. Kissinger, en su célebre obra, Diplomacia, ya advierte del peligro de una circunstancia como ésta, al considerar que la capacidad de reacción del aparato militar durante la I Guerra Mundial, era muy superior a la del diplomático, con lo que la posibilidad de que éste aun pretendiéndolo, pudiese detener una guerra, en caso de iniciarse la movilización, era inexistente. bolsaAlgo muy similar se puede aplicar a la actualidad. La economía y la política parecen autómatas, marchando a diversas velocidades en dirección a un mismo precipicio. En esta carrera, la posibilidad de que la segunda dé caza y corrija el rumbo de la primera está más en entredicho que nunca, sin embargo ésta es nuestra única opción si no queremos precipitarnos al abismo.

Hemos de superar el hándicap de los tiempos y rápido. La única forma de que, lo que empezó como una crisis, no se convierta en una nueva coyuntura, si es que no ha ocurrido ya, es, parafraseando a Mao, dar el “Gran salto adelante”, y a poder ser, que no se parezca en nada al que impuso el “Gran timonel”. 

Burocratas y politicosEl cambio de rumbo sólo puede suceder mediante una actuación conjunta de toda la Unión. Esta es la palabra clave. Únicamente mediante la profundización en la Unión Europea puede salvarse la situación. Ha de ser el momento de la política con mayúsculas, el momento de superar esta Unión de Mercaderes, profundizar en la unión política, ceder soberanía, ahondar en la democratización de las instituciones, en definitiva crear, esta vez de verdad, la Unión Europea.

No son pocas las trabas, los experimentos fallidos de la década anterior, han pasado factura. La culpa de todo ello ha de ser socializada, todos hemos puesto nuestro grano de arena para crear esta gran montaña de problemas. La Constitución Europea en su momento nos pareció prematura, sinBarroso embargo pecaba de falta de altura de miras. El Tratado de Lisboa fue una salida natural a tamaño fiasco, parecía necesario salvar lo salvable y congelar lo demás hasta mejores tiempos, ¡que actitud tan nuestra! Amordazamos la iniciativa legislativa de la Comisión nombrando a políticos de bajo perfil, e idéntico destino diseñamos para los nuevos cargos de la UE. Lisboa no supone un avance en la integración, mas bien su detención. Fueron nuestros políticos, pero siempre con la cómplice aprobación de los pueblos de Europa, ocupados en problemas que hoy consideramos menores y que arrojaron un manto de niebla sobre el precipicio, que sólo los más avezados intuían que se interpondría en nuestro camino.

inutiles

Si fuese posible dejar a un lado las discrepancias políticas y las luchas internas por mantener el poder, que están desangrando  todas las naciones europeas, quizás habría una posibilidad de superar esta búsqueda de soluciones de compromiso, lo que en román paladino llamamos “medias tintas”, como: los pseudo-eurobonos, la unión fiscal… Es necesario un golpe, un giro radical  a la política europea, una cumbre, que reforme los tratados, con decisión y valentía, con la vista puesta en un futuro común, en una unidad política que trascienda la libre circulación de mercancías, personas y capitales, el futuro necesita algo más que un mercado. Máxime, si tenemos tratados ue2en cuenta que para que ese mercado y nuestras economías salgan del coma, necesitamos esa profundización. Durante años, se ha considerado a la UE como “un gigante económico y un enano político”. ¿En cuantos textos académicos habré leído los peligros que esta realidad supondría para nosotros y nuestras economías?

Únicamente la falta de voluntad política (tan efímera en su momento que no fue capaz de que la población mostrase el mínimo interés), unida a la evidente necesidad de adelgazar las clases políticas si este paso se llevase a cabo, ha detenido el avance. En contextos de crisis, la actuación natural de las naciones es cerrarse sobre sí mismas. Conocedores de esta realidad, en un primer momento se buscó evitar estas reacciones, recordemos aquella cumbre en Washington. 800px-Cumbre_de_WashingtonEn el caso europeo aún es más importante, dado que con una moneda común, la única salida viable ha de ser forzosamente común. Esta necesidad de actuar juntos, es nuestra gran ventaja, no hay posibilidad de éxito mediante políticas nacionalistas, sabemos que sería un fracaso, incluso para el mayor de nuestros países. Pero existe otra ventaja, esta vez decisiva, los habitantes de todos los países de la eurozona, están cansados de esta situación, la política de contención del gasto y equilibrio presupuestario nos aboca al desastre, no es suficientemente contundente como para tranquilizar a unos mercados que son como un fantasma que se alimenta de nuestros miedos.

BCELa media tinta ya no la creen ni quienes anuncian las medidas en ruedas de prensa, ni los periodistas que hacen las concernientes preguntas, ni los ciudadanos que escuchan las respuestas.  ¿Que ocurriría si un avance decisivo en la unidad política se propusiese en estos momentos?, siempre que incluya la cesión de todas las competencias tributarias a un nuevo ejecutivo de la UE, así como de política exterior, seguridad y defensa (esa vacuidad a la que solemos llamar Política exterior y de seguridad común), por supuesto reforma del BCE a fin de convertirlo en un verdadero Banco Central con todas las atribuciones y la independencia que un papel como éste requiere. Sin duda sería un revulsivo para todas las economías, nos convertiría en el centro de la atención mundial, el nacimiento de la primera potencia económica mundial y un actor político con gran peso específico en la escena internacional. Evidentemente toda duda sobre la fortaleza de nuestras pequeñas economías domésticas desaparecería junto con ellas. ¿En este contexto, en el que nos despertamos cada mañana mirando a Bruselas o a Berlín, alguien puede pensar que un nuevo tratado de la UE con estas características no tendría el suficiente apoyo de la población, la gran sufridora de esta crisis?ReichstagEvidentemente todos tenemos en mente naciones que jamás aceptarán un avance de estas características, alguna incluso ha consagrado toda su política a impedirlo, sin embargo ninguna de las que forman la eurozona se cuenta ahora entre ellas. ¿No podría ser éste el momento de la Europa de las dos velocidades? Ya se ha ensayado a pequeña escala, con la Cooperación reforzada, ¿por qué no llevarla a gran escala, máxime si la alternativa puede ser caer al abismo? La crisis nos ha dado una oportunidad de oro para dar el “Gran salto adelante”, lograr que la política se ponga a la cabeza y vuelva a marcar el ritmo y lo que es más importante, el rumbo de nuestro destino. La alternativa es perseguir al fantasma de la economía hasta el precipicio.

¿Es posible que la visión que Aristide Briand tuvo de los Estados Unidos de Europa, como forma de evitar la Segunda Guerra Mundial, aun pueda ser la solución a nuestros problemas 83 años después?

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